23 de Marzo de 2018

La visibilidad y la comercialización de la ESS

Iniciativas para avanzar en desafíos de la economía social y solidaria

Las cifras son contundentes. Diez millones de argentinas y argentinos están asociados de forma directa a una cooperativa. Se estima que una de cada dos personas consume o recibe producciones de emprendimientos de la economía social o solidaria. De acuerdo a las estadísticas oficiales, la economía social produce el 70 por ciento de los alimentos que consumimos; brinda más del 80 por ciento del tendido eléctrico rural; y más de siete millones de usuarios reciben energía eléctrica de una cooperativa en toda la Argentina.

La ESS genera espacios que ligan lo político, lo social y lo productivo; lo cultural, que vinculan lo público y lo privado, a través de la puesta en marcha de acciones colectivas destinadas a contribuir en la resolución de problemas sociales y generar una mayor calidad de vida en sus comunidades. Como señala un documento de la Confederación de Cooperativas de la República Argentina (Cooperar) las organizaciones que forman parte de la economía solidaria “pueden asumir un compromiso real de preservación del empleo, por ser empresas sociales enraizadas en el territorio del que forman parte”.

Hay miles de cooperativas y emprendimientos en toda la Argentina que apuestan por prácticas económicas solidarias y autogestionadas que producen y comercializan bienes y servicios; que apuestan a la producción de contenidos comunicacionales, artísticos y culturales que reflexionan sobre la realidad de sus comunidades. Son expresiones de un pueblo que se organiza a sí mismo, de acciones colectivas que permiten a los ciudadanos intervenir en el debate y la resolución de los asuntos públicos. Nos referimos a organizaciones de productores, cooperativas, mutuales, empresas recuperadas, medios comunitarios, organizaciones de microcrédito, de la cultura, comercializadoras, distribuidoras de productos de la economía social, instituciones educativas que se plantean luchas y desafíos cotidianos en los pequeños pueblos y en los grandes centros urbanos de la Argentina.

La vasta inserción territorial de estas formas organizativas en todo el país se enfrentan, sin embargo, a tres desafíos claros. En primer lugar, un bajo nivel de integración que no corresponde con el sexto principio cooperativo que pregona la “cooperación entre las cooperativas”. En segundo término, las dificultades y obstáculos que encuentran los bienes y servicios producidos por la economía social y solidaria en las fases de la comercialización y la distribución. Y, en tercer lugar, la baja visibilidad que suelen tener estas prácticas autogestionadas y solidarias.

Se trata, es cierto, de desafíos fuertemente vinculados entre sí, que llaman a establecer acuerdos políticos, económicos y sociales que posibiliten el mutuo potenciamiento de las organizaciones de la economía social, solidaria y cooperativa. Bajo esta perspectiva, la comunicación pasa a jugar un rol clave si es entendida  como una instancia que integra y a la vez desborda lo mediático, y que tiene como verdadero objetivo la generación de vínculos y la conformación de una “identidad común” y un sentido de pertenencia.

La comunicación puede y debe contribuir de manera directa en la vinculación entre las organizaciones y en el establecimiento de sinergias para fortalecer los volúmenes de producción, comercialización y consumo. También puede y debe interpelarnos en tanto consumidores acerca de qué consumimos, de dónde proviene lo que compramos, dónde lo adquirimos, a quiénes beneficiamos con nuestras inversiones y consumos, y qué procesos de producción hay detrás de cada producto. 

En esa línea, desde el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos (IMFC), en articulación con la Universidad Nacional de Quilmes, la Red Universitaria de Economía Social y Solidaria y las cooperativas GCoop, Huvaiti y el Centro Cultural de la Cooperación, se está desarrollando un proceso de gestión asociada que tiene como primeras instancias un mapeo participativo de prácticas de la economía social y solidaria (MAPESS) y esta aplicación ESSApp.

El MAPESS busca realizar diagnósticos socio organizacionales y construir información estadística que aporten a definir y dimensionar el campo de la ESS en Argentina, con el objetivo de promover un mejor posicionamiento y visibilidad de los actores que lo componen y pensar estrategias de desarrollo, integración y profundización de los vínculos entre productores y consumidores. Las experiencias relevadas son geolocalizadas en “ESSApp, conectando solidaridad”, la aplicación para celulares y una web con un mapa de todo el país e información sobre la Economía social, la comunicación y la cultura popular.

De esta forma, estas iniciativas apuntan al triple objetivo de contribuir a promover la visibilidad de la economía social; de estimular los vínculos entre las organizaciones cooperativas y autogestivas; y de comenzar a resolver ciertos obstáculos que se generan en las fases de comercialización y distribución de estos bienes y servicios. Como explica Patricia Arpe, directora de departamento de proyectos del IMFC, el ESSApp  “es una innovación socio-tecnológica. No es sólo el desarrollo de la aplicación, sino que es una herramienta donde los propios actores de la ESS a ser mapeados, participan de talleres y encuentros en distintos puntos del país, aportando a la construcción y al diseño de la misma, para que sea representativa del sector”.

 

Por Cooperativa Huvaití